jueves, 21 de enero de 2016

Reina Isabel II


Reina de España (Madrid, 1830 - París, 1904). Isabel II nació del cuarto matrimonio de Fernando VII con su sobrina María Cristina de Borbón, poco después de que el rey promulgara la Pragmática por la que se restablecía el derecho sucesorio tradicional castellano, según el cual podían acceder al Trono las mujeres en caso de morir el monarca sin descendientes varones. 
En virtud de aquella norma, Isabel II fue jurada como princesa de Asturias en 1833 y proclamada reina al morir su padre en aquel mismo año; sin embargo, su tío Carlos María Isidro no reconoció la legitimidad de esta sucesión, reclamando su derecho al Trono en virtud de la legislación anterior y desencadenando con esta actitud la Primera Guerra Carlista (1833-40). 

Hasta que Isabel II alcanzara la mayoría de edad, la Regencia recayó en su madre María Cristina, la cual encabezó la defensa de sus derechos dinásticos contra los partidarios de don Carlos; para ello entabló una alianza con los liberales, que veían en la opción isabelina la posibilidad de hacer triunfar sus ideas frente al partido absolutista agrupado en torno a don Carlos.

En consecuencia, llamó al gobierno a los liberales y aceptó el régimen semi constitucional del Estatuto Real (1834); la presión de los liberales más avanzados le obligaría luego a admitir la nacionalización de los bienes de la Iglesia (desamortización de Mendizábal) y el establecimiento de un régimen propiamente liberal (Constitución de 1837). Entretanto, la suerte de las armas fue favorable para la causa de Isabel, pues los ejércitos de Espartero consiguieron imponerse a los carlistas en el frente del Norte (Convenio de Vergara de 1839) y en el Maestrazgo (derrota de Cabrera en 1840). 

En lo sucesivo, Isabel II inclinaría sistemáticamente sus preferencias políticas hacia los moderados, incumpliendo su papel arbitral de reina constitucional al llamar a formar gobierno siempre al mismo partido, lo cual obligó a los progresistas a recurrir a la fuerza para tener opción de gobernar; por esa razón se sucedieron los pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar, frecuentemente combinada con algaradas callejeras, para forzar un cambio político. 

La ignorancia y candidez de Isabel II se complicaron con su insatisfacción sexual, fruto del desgraciado matrimonio que le arreglaron a los 16 años con su primo Francisco de Asís; una sucesión de amantes reales adquirieron influencia sobre las decisiones de la Corona, al tiempo que confesores y consejeros aprovechaban el sentimiento de culpabilidad y los accesos religiosos de la reina para hacer sentir también su influencia. Isabel II se rodeó así de una «camarilla» palaciega con influencia política extra constitucional, causa adicional de su descrédito ante el pueblo y la opinión liberal.

Desde el comienzo de su reinado, Isabel II inauguró esta tónica al amparar diez años de gobierno ininterrumpido de los moderados (la «Década Moderada» de 1844-54), en los que el poder estuvo dominado por el general Narváez. Este predominio moderado se plasmó en una nueva Constitución en 1845, en la que el poder de la Corona quedaba reforzado frente a los órganos de representación nacional; y también en toda una serie de leyes importantes que conformaron el modelo de Estado liberal en España en una versión muy conservadora; este giro permitió restablecer las relaciones con el Papado, que reconoció a Isabel II como reina legítima en 1845. 

El descontento de los liberales acabó por provocar una revolución que dio paso a un «Bienio Progresista» (1854-56), marcado de nuevo por la influencia de Espartero. Pero una nueva sublevación militar restableció la situación conservadora, abriendo un periodo de alternancia entre los moderados de Narváez y un tercer partido de corte centrista liderado por el general O'Donnell (la Unión Liberal). Los progresistas, excluidos del poder, se inclinaron otra vez por la vía insurreccional, que prepararon desde el Pacto de Ostende de 1866; pero esta vez exigieron el destronamiento de Isabel, a la que acusaban de intervencionismo partidista y de deslealtad hacia la voluntad nacional. 

El resultado fue la Revolución de 1868, que obligó a Isabel II (de vacaciones en Guipúzcoa) a exiliarse en Francia. En 1870 abdicó en su hijo Alfonso y confió a Cánovas la defensa en España de la causa de la restauración dinástica; ésta se logró tras el fracaso de los sucesivos regímenes políticos del Sexenio Revolucionario (1868-74), y la entronización de Alfonso XII. La reina madre, símbolo del pasado y del desprestigio de los Borbones, regresó a España en 1876, severamente vigilada y bajo la prohibición de cualquier actividad política; pero sus desavenencias con el gobierno de Cánovas le decidieron a exiliarse definitivamente en París, donde permaneció resentida y aislada, sobreviviendo a su madre (1878), su hijo (1885), su marido (1902) y la mayor parte de sus amantes y amigos.

lunes, 18 de enero de 2016

La Unificación de Italia

Los pueblos de Italia, desde la desaparición del Imperio Romano (fines de la Edad Antigua y comienzo de la Edad Media), no habían logrado unificarse formando un solo Estado, sino que se hallaban fraccionados, integrando algunos Reinos y otros estados autónomos. Por el Tratado de Viena de 1815, Italia quedó dividida en siete Estados independientes, a pesar de pertenecer todos ellos a una misma raza, profesar el mismo credo y tener, además, el mismo pasado histórico. Pero es en la segunda mitad del siglo XIX, que el anhelo nacionalista y de unificación que agitó Europa, se mostró también vigoroso en Italia. Fue así como los estados italianos, después de vencer no pocas dificultades, y gracias a la labor sacrificada y heroica de muchos de sus patriotas, consiguieron unificarse formando, así, una sola nación, un solo Estado, este fue el Reino de Italia.

Forjadores de la Unificación italiana
Los forjadores de la unión italianan fueron: El rey de Cerdeña, Víctor Manuel II de Saboya, su ministro, el eminente patriota el conde de Cavour, y Giuseppe Garibaldi, valeroso y desinteresado patriota liberal. Desempeñaron también importantísimo papel, en la etapa inicial de este movimiento, el rey Carlos Alberto de Cerdeña, padre de Víctor Manuel de Saboya, así como Jose Mazzini, combativo politico liberal que trabajó con singular interés por conseguir la Unificación de Italia. 



Etapas de la Unificación Italiana  
  1. Guerra contra Austria e incorporación de Lombardía.
  2. Anexión de los Estados de Parma , Módena y Toscana.
  3. Revolución de las Dos Sicilias.
  4. Incorporación de Venecia.
  5. Incorporación de los Estados Pontificios "Roma" y culminación de la unificación Italiana.
1. Guerra contra Austria e Incorporación de Lombardia.  
El rey de Cerdeña, Víctor Manuel II, y su primer ministro el conde de Cavour, fueron quienes llevaron a cabo la unificación de Italia. Estaban convencidos de que para culminar la magna obra era necesario enfrentarse, rigurosamente , a Austria, principal enemiga de tal unión, la que, a su vez, habíase anexado a los estados de Lombardia y Venecia. Entonces concibieron el plan de solicitar ayuda a una gran potencia. Fue así como pactaron, secretamente, con Napoleón III, emperador de Francia, quien tenía también puestas sus miradas en Saboya y Niza.

Iniciadas las hostilidades, la campaña militar que fue de corta duración , dio la victoria a los franco-sardos, pues los ejércitos austriacos fueron derrotados en las batallas de Magenta y Solferino (1859). Luego Napoleón III, firmó por separado y en forma inesperada y sorpresiva un armisticio con Austria, por el cual Lombardía pasaba a poder de Víctor Manuel II, pero quedaba aún bajo la dominación austriaca: Venecia; Francia, obtenía, así mismo, las regiones italianas de Saboya y Niza.

2. Anexión de los Estados de Parma , Módena y Toscana  
La victoria sobre Austria despertó el sentimiento nacionalista entre los estados de Italia Central. Un plebiscito realizado en 1860, determinó la incorporación al reino de Cerdeña (base de la futura Italia), de los estados de Parma, Módena y Toscana.

3. La Revolución de las Dos Sicilias
El aguerrido y eminente patriota Giuseppe Garibaldi, con el apoyo secreto de Cavour, desembarcó en Sicilia y se apoderó de la isla, al mando de un cuerpo de mil voluntarios que vestían camisas rojas (Los mil camisas rojas); poco después ocupó el reino de Nápoles.


4. Incorporación de Venecia  
Para conseguir la incorporación de Venecia, Víctor Manuel II entró en alianza con Prusia, rival de Austria. Surgida la contienda la victoria favoreció a Prusia, la que obligó a Austria a devolver Venecia a Italia.

5. Incorporación de Roma - Conclusión de la unidad Italiana
Con la anexión de Venecia, solamente faltaba la incorporación de los Estados Pontificios y, sobre todo, de la ciudad de Roma, para dar por concluida con la total unificación de Italia. Víctor Manuel II se había comprometido con Napoleón III a mantener el dominio del Papa sobre la capital del mundo católico.

Inmediatamente, Víctor Manuel II, ordenó a sus tropas italianas ocupar Roma. Así se hizo, a pesar de la resistencia de la guarnición papal y de las protestas del pontífice (20 de setiembre de 1870). Víctor Manuel II se instaló en el palacio de Quirinal, y declaró que Roma era la capital del Reino de Italia. El papa se negó a aceptar la anexión de Roma por Víctor Manuel, cuya autoridad desconoció. Como protesta se encerró en el palacio del Vaticano, considerándose prisionero. Así nació la llamada Cuestión Romana, que se prolongaría por casi sesenta años (1870 - 1929).