El Surrealismo
puede dar sentido por sí solo al movimiento vanguardista. La capacidad
imaginativa y la sugerencia de sus construcciones mentales significaron,
sin duda, una verdadera revolución en el arte posterior a la Primera
Guerra.
Aunque se haya dicho muchas veces
que el Surrealismo viene directamente del Dadaismo es importante
destacar los orígenes autónomos y propios del primero. Lo
cual no quita que tengan entre sí líneas de contacto y reflexiones
comunes. Pero si el dadá es un arte que propugna destruir,
provocar el caos y aniquilar, el Surrealismo construye de veras
una concepción del arte y de la vida.
Consecuencia de aquel conocimiento
y del encuentro de varios artistas será el nacimiento de la revista
Littérature fundada por André Breton, Louis Aragon y
Philippe Soupault, nacida como consecuencia de la crisis del Dadá.
Igualmente, en 1919 Breton y Soupault publican la que puede ser la primera
obra surrealista: Champs magnetiques. Pero será 1924
el año decisivo: en ese año nacen las revistas Surréalisme
y Révolution surréaliste
y Breton redacta el Primer
Manifiesto del Surrealismo. Ya para entonces se les han añadido
nombres como Artaud, Éluard, Péret y otros.
El concepto surrealismo
ya había sido citado por Apollinaire.Sin embargo, Breton aporta
un nuevo contenido y una nueva significación.
A partir de 1925 el movimiento se
expande y politiza. Se publican cartas-denuncias dirigidas al papa, al
dalai lama, contra la guerra, a favor de libertad para los delincuentes
y para los locos. Su inclinación izquierdista no es óbice
para sufrir la desconfianza del comunismo estalinista. La voluntad de los
artistas surrealistas de militar en el comunismo se encuentra con la férrea
burocracia del dogmatismo del partido francés (PCF). Quedan así dos tendencias surrealistas: una, identificada
con el partido comunista francés, y otra, encabezada por Breton
que se agrupa en torno a una tendencia de tipo trotskista.
A su regreso a Europa en 1945 insiste
en difundir el movimiento surrealista. Pero ya Francia, y Europa, han entrado
en la onda del existencialismo y del arte comprometido desde otros presupuestos.
Son Sartre y Camus los nuevos creadores de opinión literaria. Sin
embargo, Breton, respetado y elogiado, lleva su actitud de denuncia social
hasta rebelarse contra la guerra de Argelia (1958).